Tras unos días retirada del mundanal ruido diario, simplemente focalizada durante muchas horas al día en el viaje de la mente, llego a la conclusión —una vez más— que nuestro bienestar y nuestra liberación se halla en nuestra conciencia del presente y en dejar de aferrarnos a hechos pasados que tienden a atarnos permanentemente y a la anticipación del futuro que nos roba tanta energía.
Lo que más nos duele es la diferencia entre lo que deseo que estuviera ocurriendo ahora y la realidad del momento. Y lo peor es que ese deseo de que las cosas fueran de otra manera nos lleva a pelearnos con la realidad, a enfadarnos con lo que no nos gusta, a revelarnos ante los hechos molestos, a temer lo que nos pueda venir después… Creando toxinas en nuestro organismo, desasosiego en nuestra psique y tristeza en nuestra alma.
Y así desgastamos nuestras fuerzas, intentando controlar aquello que se nos escapa, agarrándonos a nuestras fantasías como tablas de salvación, estresándonos por hacer más cosas que nos puedan ayudar a olvidar los sentimientos desagradables que albergamos por no tener lo que merecemos y no estar donde nos gustaría llegar.
En realidad si aceptamos lo que la vida nos va trayendo en el presente, no necesitamos más estrategias de control. Son nuestros pensamientos de lucha, de aferramiento, de huída y de negación los que nos hacen hundirnos más en la miseria y el sufrimiento.
La libertad y la serenidad llegan cuando aceptamos, cuando agradecemos, cuando confiamos, cuando mantenemos la actitud de que todo está bien en el presente…
6 replies to "La Riqueza del Presente"
Como dice E. Tolle: es una locura discutir con «ES».
todo está bien, todo vale … apasionante ser capaz de interiorizarlo! gracias Mónica ! un abrazo
Con la aceptacion, llega la serenidad, si…pero realmente desaparece la tristeza?
Si tu amas a alguien y no eres correspondido-pongamos-ese dolor, aunque aceptes la situacion,aunque la asumas…no seguira siempre hay?
Un saludo.
Gracias Íñigo y Pedro por vuestros comentarios!
@Rubén, lo esecial aquí es que no te identifiques con ese dolor, como «yo soy ese que sufre por la pérdida», sino que simplemente observes y te observes sin poner la etiqueta de «qué terrible es lo que estoy pasando»… cuando dejas de agarrarte al juicio y a la etiqueta y tomas la decisión de dejarlo ir sin preocupaciones, vuelves al presente de manera abierta… y entonces el dolor desaparece…
Un abrazo!!
Mónica
Yo no consigo liberarme de esa tristeza…y eso qlo intento.
Supongo qsoy caso perdido.
Muchisimas gracias Monica, te agradezco el comentario de todo corazon.
Un abrazo.
Debemos pensar en los árboles bien enraizados, soportan tormentas, aceptan vientos, toleran heladas y calores; con infinita paciencia y serenidad. Cuando llega el momento oportuno nos regalan sus frutos.