Hace poco tiempo salió un artículo en en el New York Times en el hablaban de cómo la felicidad de los ciudadanos de una nación debería ser el objetivo último de todo gobierno, y el primer ministro británico, David Cameron, quien tiene previsto pedir una encuesta del bienestar general de los residentes de la del Reino Unido. Cameron ha estado hablando sobre el concepto de situar el bienestar en el centro de la agenda nacional desde hace varios años.

Algunas investigaciones recientes, podrían sugerir que el Sr. Cameron no ha escogido el mejor momento ni el lugar para preguntar a los ciudadanos británicos si son felices. En 2006, un estudio de la BBC de la felicidad nacional descubrió que el porcentaje de personas que decían ser muy felices había caído del 52% en 1957 hasta el 36% en el 2006″.
En un estudio de hace tres meses, sugirió los investigadores encontraron que incluso antes de la crisis económica, los europeos son al parecer cada vez menos felices. Mientras que Gran Bretaña se hicieron más ricos en más de un 40 por ciento entre 1993 y 2007, dice el estudio, las medidas de «síntomas neuróticos y los trastornos psiquiátricos» aumentó durante el mismo período. Resultados similares se observan en todo el continente.

Aunque algunos analistas se estén cuestionado la viabilidad del indicador, el hecho de que diversos presidentes como el citado Cameron o Sarkozy estén considerando la adopción de un índice de felicidad con el fin de  medir el bienestar  psicológico y ambiental, y así poder evaluar el progreso económico de una nación y orientar las políticas nacionales, me parece todo un logro.

Sería conveniente que aprendieran un poco de un pequeño pías asiático  llamado Bhutan, donde desde los años 70 existe un índice que lo mide, pues para un país donde con ideales budistas, el desarrollo material y espiritual han de complementarse y reforzarse mutuamente. Para ellos es fundamental que se tenga en cuenta: la promoción del desarrollo sostenible, la conservación y promoción de los valores culturales, la conservación del medio natural, y el establecimiento del buen gobierno.

¿No estaría bien que esta iniciativa se extendiera por el mundo y que empezáramos a medir menos los beneficios financieros totales y más el bienestar interno, la sostenibilidad de un crecimiento ficticio y la capacidad de desarrollo de las personas? Ojalá llegue pronto ese día.

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