La Denostada Introspección

Es una pena que en nuestro mundo occidental se menosprecie, se huya y hasta se ridiculice la introspección y la contemplación.  Parece que si no estás rodeado de gente, de algún modo estás estigmatizado, te encuentras deprimido o eres anti-social. Los amigos se preocupan, la gente piensa que no eres muy normal y la sociedad concluye que no eres productivo, que a la postre es lo único que importa al colectivo abstracto que parece llevar las riendas de nuestras empobrecidad existencias.

La soledad no es una compañera apreciada, más bien al contrario, la tratamos como una enemiga a combatir, pues nos hace mirarnos cara a cara y enfrentarnos a nuestros propios fantasmas. No nos gusta, preferimos encontrar cuplables de nuestros dramas cotidianos fuera, siempre son los otros. La introsprección te lleva a responsabilizarte, a no reprochar a los demás, a no esperar nada que no tengas ya. La introspección te conduce a tu propia mente, y tener que manejar tus pensamientos sin posibilidad de ninguna distracción ni adicción que te salve de ti mismo.

Es como si para existir tuviéramos que formar parte del grupo que nos apruebe, insertarnos en la vida gregaria que nos dicte el camino a seguir, los comportamientos aceptados, a qué se parece el éxito, cómo tenemos que pensar y a quien hemos de amar.  El Sistema es perverso, desde pequeñitos nos transmiten las reglas a las que hemos de plegarnos y si por casualidad eres creativo y tienes ideas e imaginación, rápidamente se te castiga por comportamiento no adecuado, y se te retira el aprecio para que no se te ocurra desarrollarte como ser independiente.  Ya hablaremos de educación otro día. Por hoy simplemente animarnos a abrazar la introspección como instrumento crucial para ser los dueños de nuestros destinos, por muy difícil que resulte a veces pasar por el desierto de la soledad y la libertad de pensamiento.