La muerte esta semana del joven Pablo Ráez, quien consiguió multiplicar las donaciones de médula gracias a compartir su historia, ha puesto el foco de la atención pública y los medios de comunicación españoles en una situación que rara vez se comenta y para la que no estamos preparados: que los niños sufran de cáncer y que a veces mueran debido a esta enfermedad.
Por fortuna existen personas como el cineasta Paco Arango que considera, como yo, que esto no es algo a esconder sino que debe salir a la luz. Por ello es importante que una película como “Lo que de verdad importa” hable del lado más amable y alegre de estos niños y sus familias.
Esta tarde he estado con los niños oncológicos del hospital, a los que visito desde hace 10 años. A una de las niñas le acaban de poner el porta y aún no se le ha caído el pelo, pero tiene 12 años y sus miedos afloran… A las otras las he visitado en la UCI, allí obviamente las cosas ya están en un estado de gravedad importante. La madre de una pequeña de un año y medio me comunica con lágrimas en los ojos que la nena acaba de ser operada y los médicos les han advertido que ningún tratamiento ha dado los resultados esperados y que ya nada pueden hacer… Otra preciosa de seis o siente años tiene unas secuelas físicas que no son fáciles de contemplar, y lo de verdad provocan en mí es una profunda compasión por su dolor inimaginable…
Los niños van rotando, pero todos y todas son heroes de su propia vida, valientes que nos enseñan a los mayores cómo mantener la alegría y la confianza en la adversidad, como sobrellevar las dificultades más graves sin caer en la amargura como pasa con la mayoría de los adultos. Muchos se curan y la enfermedad les hace más fuertes y más profundos. Algunos dejan este mundo porque han cumplido ya con su destino. Y a aquellos que estamos cerca nos regalan lecciones de vida muy valiosas y la oportunidad de desarrollar nuestra compasión. Gracias por vuestro ejemplo, mis queridos valientes.
**Foto de uno de los pasillos de la planta infantil oncológica del hospital madrileño donde soy voluntaria, pintado de manera fantástica por artistas plásticos.