Parece ser una creencia generalizada, aunque yo estoy en desacuerdo. Y como yo, un número creciente de personas. Entre ellas el economista Jeremy Rifkin, quien en su libro “La civilización empática” sostiene que la historia suele estar contada y escrita por los descontentos, los insatisfechos, los rebeldes o bien los ganadores de las luchas. En realidad en la historia sólo se reflejan los períodos de guerras y de luchas de poder, pero no los períodos de paz y armonía.

Eso ocurre también con las noticias que escuchamos diariamente en la televisión y en la radio, y aquellas que leemos en los periódicos. Siempre hablan de bombas, asesinatos, corrupción… con toda esta información directa y subliminal asediándonos continuamente, es fácil concluir que la maldad es innata en el ser humano.

En mi opinión, es una visión terciada. Si los hombres prehistóricos no se hubieran asociado y colaborado entre sí, ¿estaría presente hoy la raza humana? Si las madres no cuidaran de los bebés con denuedo y abnegación, ¿habríamos sobrevivido alguno de nosotros? ¿No hemos comprobado muchas veces que aquello que siembras —sea positivo o negativo— tarde o temprano te es devuelto con creces?

Al final, creer en la maldad o bondad del ser humano es una opción que tú tienes. Mírate y considera qué es lo que más te aporta y te apoya en la vida, ¿la creencia limitante o la enriquecedora? Tú eliges.

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