Hoy he vuelto a reflexionar sobre los tremendos retos que algunas personas tienen que pasar en la vida, algunos empezando desde muy pequeños, mientras otros lo tienen todo y no paran de quejarse. Lo he hecho al salir del hospital con el que colaboro acompañando a niños muy enfermos. Lo he hecho mientras estaba con Gary en la UCI.

Gary es un niño —bueno un adolescente ya— de dieciséis años al que conozco desde hace meses. Un chico con una paciencia y una templanza infinitas que ha soportado todo tipo de sufrimientos y penares durante su larga enfermedad sin perder la estoicidad, sin protestar, sin odiar al mundo. Un chico que tiene la sabiduría reflejada en sus ojos y en su media sonrisa. Un chico que ha vivido mil experiencias que la mayoría de nosotros no las querríamos ni en las pesadillas nocturnas.

Ahora Gary está conectado a una máquina que realiza las funciones que su destrozado hígado no puede. Está sedado, pero cuando he llegado y le he susurrado al oído quién era, ha abierto los ojos, para que supiera que se había enterado, y otra vez más (la única en el tiempo que estuve allí) como para expresar su contento por mi visita. Gary está hinchado, entubado y tiene serias dificultades para respirar, por lo que los médicos han decidido hacerle una traqueotomía mañana. Otra enorme prueba para él.

Gary representa el símbolo hoy para mí de todos esos niños que me dan lecciones de valentía cada semana. Los que me enseñan que la vida es un regalo y que no podemos desperdiciar la oportunidad de hacer algo de utilidad con ella. Los que me recuerdan todas las bendiciones que tengo y que no puedo pasar por alto. Los que me llevan a ser agradecida y a no quejarme por nada.

Estos niños son mis héroes. Los que me ayudan a apreciar lo verdaderamente importante en la vida. Los que me recuerdan regularmente que lo único que nos sobrevive es el amor incondicional que hayas sido capaz de entregar. Desde aquí mi admiración hacia ellos.

    1 Response to "Mis Héroes"

    • Antonio Rusiñol Ruiz

      Mónica, que puedo decirte, me quedo sin palabras,pero no sin lágrimas aflorando, Gary tiene derecho a la vida y no se puede hacer nada de dónde viene estos intrínsecos senderos de la vida? Tienes toda la razón en tu manifiesto,estar en los hospitales al lado de niños y niñas ,en sus últimos y dolorosos momentos no tiene palabras solo puedo admirar los hechos, los familiares de estos grandes luchadores te regalarían sus vidas por esos espacios en que compartes,estos acontecimientos dramáticos y anónimos. Sabes lo que es la vida, nos lo presentas con las palmas de las manos abiertas, y que veamos y pensemos lo que poseemos en vida y espíritu,Mónica eres una heroína del día al día y cercana,no se puede dejar de agradecer que existas,para mi eres el todo que se necesita para envolverme en la pasión de vivir, un gran abrazo ,querida.

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