Malawi es un país africano un tanto perdido del mapa mundial, entre Mozambique, Tanzania y Botswana. Un país con catorce millones de habitantes, la mayoría muy pobres. El salario medio mensual es inferior a 30$ y la población vive mayoritariamente en aldeas. El paisaje del país es bellísimo, con un lago de 800 km de largo que se asemeja a un mar.

Acabo de volver de este país. He estado en una comunidad llevada por dos sacerdotes, conviviendo además con otros jóvenes africanos que se están preparando para la carrera religiosa. El trabajo que su misión lleva a cabo es preciosa: Intentar ayudar a la población local que apenas puede subsistir con sus medios tradicionales de agricultura a aprender a realizar las cosas de otra manera, a echarles una mano para que utilicen otros medios para progresar y no tener que malvivir, a pensar más allá de la más mísera supervivencia. En este lugar de áfrica apenas llevan un año y medio está todo por hacer. Los retos son numerosos y difíciles, pero ellos creen que han de plantar las semillas para que en unos años las cosas vayan cambiando y mejorando para la gente de este país, que es uno de los más pobres del mundo.

Para mí ha sido un privilegio convivir con ellos en este rincón perdido del mundo, visitar las aldeas que parecen de hace siglos y que no han avanzado en nada, hablar con su gente —sencilla y amabilísima—, jugar con los niños (a los más pequeños les asustaba al principio ya que muchos jamás habían visto a un blanco) y después verme rodeada de ellos, todos queriendo colgarse de mis brazos… He visitado los proyectos recién iniciados y los lugares donde les gustaría comenzar algunos más, cuando lleguen recursos desde Europa y América para empezarlos. La guardería que han comenzado (la única que enseña en inglés y que da de comer decentemente a sus 80 niños); también la escuela pública con más de 1000 niños. A la entrada son 400, en el último curso con catorce años solo hay 37, y poquísimas niñas. “¿Por qué?”, me interesé yo. “Porque ya las han casado”. Estuve en el hospital que regentan unas monjas y ofrece servicios a la gente de las aldeas de su alrededor. Me ha llamado la atención una vez más cuán admirables son las mujeres, siempre sacando a todos adelante; van con una azada en la cabeza a trabajar en las huertas y con el niño en la espalda, e incluso la profesora en la guardería lleva el niño encima todo el día mientras da clase… He comprobando cómo es verdaderamente su vida y cómo podrían dar los primeros pasos de desarrollo con un poquito de ayuda, guía y preparación. No para que se hagan dependientes y vagos, sino para que puedan dar un salto hacia adelante.

La idea es empezar de manera simple e ir expandiendo las nuevas ideas y los pocos recursos de los que podamos disponer de manera paulatina. Comprando cabras que den leche y mejor carne (las que tienen no dan leche y la carne es paupérrima), con el compromiso de que la primera cría irá para otra persona de la comunidad que la necesite; facilitándoles 2/3 partes del precio de una lámpara solar para que puedan ver por la noche, hacer los deberes después de anochecer si los niños van a la escuela, cargar el móvil… Ya que casi nadie dispone de electricidad en el campo; construyendo algún pozo que les permita beber agua sana, enseñándoles a construir una piscifactoría y dándoles los medios para comprar los pececillos que seis meses después podrán recoger, comer, vender y conseguir que una piscifactoría pueda ayudar a sobrevivir a unas 10 familias o quizás menos (ahora mismo solo se ha construido la primera, son 38 las familias que van a depender de ella pero les robaron los peces antes de pescarlos, así que han tenido que recomenzar y hacer turnos de guardia); ayudarles a comprar una vaca (son demasiado caras para las posibilidades de los locales, por lo que casi nadie dispone de una)…

En fin, se parte de un nivel tan bajo que todo está por hacer. El lado positivo es que es un país pacífico, unido, sin luchas tribales, donde muchos jóvenes aspiran a una vida mejor y tienen muchas ganas de trabajar y comprometerse. Creo que merecen una oportunidad. A mí pequeño nivel y en mis limitadas posibilidades voy a intentar poner mi granito de arena, porque creo que somos una sola humanidad y los más privilegiados y avanzados en algunos campos hemos de colaborar con los menos para que este mundo sea un lugar mejor para todos, no solo para unos pocos.

Mónica Esgueva & women Malawi

Mónica Esgueva & baby in Malawi

Mónica Esgueva teaching in Malawi

Mónica Esgueva en escuela Malawi

    6 replies to "Mis experiencias en Malawi"

    • GRICELDA MARTINEZ

      Monica…muchas felicidades por compartir esos momentos tan bellos que has compartido con nuestros hermanos africanos….. seguro vistes a mis niñitos …. un fueerte abrazo y un millon de bendiciones para ti..y mi sueño algun dia cumpliré tamnien es ir a visotar a los niños alla. y ayudarlos..Seguro que Dios me ayudara a llegar…besos y mas besos hasta siempre…..hermosa fotos….

    • Ruben

      Tu sonrisa en las fotos lo dice todo;actos que nacen del mismo centro del corazon….
      Malawi es el reflejo de la vida y la esperanza de que todos podemos ser mejores.
      Un abrazo Monica, se te hechaba de menos por aqui pero veo ke tenias razones sobradas…:)Mosu.

    • Barbara Torres

      Mónica te admiro mucho, cada vez que leo un articulo tuyo me da esperanzas y folaleza para seguir adelante ya q padezco de bipolaridad y depresión. Y a veces se me hace difícil levantarme de la cama. Pero al ver tus ganas de ayudar ser valiente se me quita lo de vagoneta y pienso mas en positivo y en como ayudar a la gente. Gracias por ser un ejemplo a seguir.

    • Maria del Rosario Venegas

      Que lindo todo lo que haces eres un ejemplo
      de Vida!

    • Antonio Rusiñol

      Gracias Mónica por contar las experiencias con la gente de África,ese gran espíritu que hace que nos acerques a estos maravillosos niños,y el gran trabajo de los religiosos y voluntarios en el reto de que disfruten de educación y salud,aún queda por hacer la gran tarea de igualar a las niñas,hay una gran tarea por delante,creo que se debería contar con apoyo de una seria ONG para sentar las bases del proyecto y continuarlo con garantía,deseo que puedas seguir.sonriendo en estas tierras que sean un pequeño paraíso terrenal,un abrazo.

    • Santi Rodríguez

      Querida Mónica,

      Leer este texto tan bello y ver la alegría de esas fotos nos inunda de esperanza. Hay que seguir ayudando a África aunque sólo en lo material porque en la sencillez de lo emocional todavía nos tienen que enseñar muchísimo a nosotros. Un abrazo inmenso

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