¡Muy buenas!
Acabo de publicar el Episodio 07: La Metáfora que lo Explica Todo de la “Serie de La Ascensión”.
En el video de hoy cuento la historia de los habitantes de las Tierras Oscuras, seres que han vivido siempre en una cueva y sólo han oído la existencia de las Tierras Luminosas en sus leyendas y mitos.
Veréis cómo la aparición de una pequeña luz en ellos empieza a provocar cambios en algunos de los habitantes de esa sociedad basada en el control y la autoridad.
Y esos cambios en apariencia insignificantes causan efectos notables…
Esta historia os invitará a reflexionar, a haceros nuevas preguntas y llegar a nuevas conclusiones.
¡No te lo pierdas!
Hoy os voy a contar una historia que espero os resulte interesante…
Había una vez una raza de personas que habitaban las tierras oscuras. Vivian en una amplia cueva bajo tierra. Ni una sola persona de esta raza había salido de esa cueva gigante, pero en sus mitos y leyendas les habían hablado de un tiempo antiguo —el tiempo anterior a su tiempo— en el que llegaron los dioses desde las tierras luminosas por encima y crearon las tierras oscuras, antes de volver a su lugar luz.
Los habitantes de las tierras oscuras intentaban imaginarse cómo serían esas tierras luminosas, pero eran incapaces, ya que absolutamente nadie había sido nunca capaz de ver la luz. Entonces, algunos —hartos de estar constreñidos por ese mundo oscuro— empezaron a desear experimentar ese mundo mítico que se encontraba por encima. Las leyendas hablaban de lugares abiertos, vibrantes, llenos de posibilidades y eso sonaba muy bien.
De hecho, en el corazón de algunos de los habitantes de las tierras oscuras sabían que eso era real y empezaron a añorarlo. Por supuesto, otros habitantes de las tierras oscuras empezaron a calificarlo como superstición absurda, y a pedirles que fueran prácticos y que se centraran en la vida real y dejaran las supercherías de lado.
Así fue como aparecieron dos grupos: los soñadores que añoraban con una vida más allá y los realistas a los que sólo les interesaba lo mundano.
Los realistas, en lugar de perder su tiempo con las leyendas, mitos y sueños, exploraban la cueva e intentaban sacar el máximo partido de la vida que tenían. De tal manera que llegaron a encontrar soluciones practicas a sus problemas en lugar de malgastar su tiempo con lo que estaba fuera de su alcance. Aun así, los soñadores siguieron soñando y rezando. Hasta que un día, sus oraciones fueron contestadas de una forma inesperada. Los dioses mandaron una chispa muy pequeña de luz a los habitantes de las tierras oscuras.
Esa luz es si misma no ayudaba mucho pero tampoco perjudicaba. Era una lucecita colocada en el interior de cada uno, pero era tan pequeña que sólo los más observadores se percataban de que hubiera algo ahí. E incluso en aquellos que se percataban, tendían a pesar que se lo estaban imaginando. En realidad, podían elegir pensar que se lo estaban simplemente imaginando o que en realidad había algo real.
Lo curioso es que si alguno de esos habitantes aceptaba que sí había una luz, entonces se veía incrementada. Es como si el mero hecho de mirar y ver, el deseo en si mismo, causara que esa luz incrementara de tamaño e intensidad. Y de ese modo, con el tiempo, aquellos que lo deseaban, meditaban sobre ello y lo trabajaban, conseguían hacerla más y más brillante.
Al aceptarla, poner atención en ella, respetarla, alimentarla y amarla, crecía dentro de ellos. Es como si esa luz empezara a ser su propia luz que iluminara desde su interior, y así comenzaron a ver más y más lejos.
La luz en si misma no tenia ningún poder especial. No les saco de la cueva, ni les dio herramientas ni un mapa ni siquiera instrucciones o nueva información ni les confirmo si las leyendas eran verdad ni nada por el estilo.
Solo hacía lo que hacen las luces: iluminar.
Iluminaba de una manera especial: emanaba una luz preciosa, dorada. Y irradiaba de una forma sutil, suave, sólo aumentando su potencia cuando así se deseaba, y durante mucho tiempo nadie hablo de ello.
Los primeros que lo notaron fueron los grandes soñadores. Fueron los que estaban más abiertos y más disponibles a este regalo. Pero también eran los tachados de locos, vagos y fuera de la realidad. Estaban acostumbrados a que los otros no les hicieran caso. Estaban acostumbrados a no tener poder en las tierras oscuras. Por lo que no intentaron mucho compartir su descubrimiento con otros. La mayoría pensaron que nadie más tenía este tipo de experiencia. Tampoco lo dieron demasiada importancia porque pensaron que nadie más les entendería, y gracias a esa lucecita, por primera vez no se sintieron solos.
El caso es que no todo el mundo rezó para tener esa luz o para volver a las tierras luminosas, sólo lo hicieron algunos. Por eso, si los habitantes de las tierras oscuras hubieran sido transportados fuera de la cueva a las tierras luminosas, muchos habrían estado descontentos porque no lo deseaban en absoluto.
Por eso la luz sólo se limito a brillar suavemente y sólo para los que así lo decidieron y quienes por sus acciones y decisiones crearon esa luz en su interior para si mismos…
Y aquí viene algo intrigante. Con el tiempo, a aquellos que siguieron cuidando esta luz, empezó a mostrar cosas interesantes, como la existencia de cristales en el techo de la cueva. Y entonces se empezó a llegar a un punto critico. Algunos de los que miraban, se dieron cuenta de que había otros como ellos también mirando al techo, ¡y por primera vez percibieron que no estaban solos!
Y a partir de ahí empezaron a comentarlo entre ellos. Se juntaron en grupos para compartir sus experiencias y ayudarse, compartiendo estrategias para incrementar la luz. Algunos de fuera se acercaron a ver qué decían. Algunos de ellos se interesaron lo suficiente para empezar a practicar lo que escuchaban y se convirtieron en observadores de la luz también.
Las noticias se fueron extendiendo y durante un tiempo se convierto en lo más apasionante que ocurrió en la cueva. El problema es que casi todos de los que escogieron la luz eran soñadores, y la mayoría de los que escogieron no hacerlo eran los realistas. Y los realistas eran los que manejaban el cotarro. Son los que detentaban el poder. Son los que estaban en posesión de los recursos. Son los que establecían las reglas. Y como escogieron NO ver, y por lo tanto debieron no crear esa luz dentro, simplemente negaron su existencia. Lo cual NO era nada extraño, porque desde su perspectiva, al mirar alrededor no veían ningún tipo de luz. Asi que para ellos todo era una gran mentira. Y además en su opinion, muy peligrosa. Es más, llegaron a la conclusión que los observadores de la luz eran una molestia social porque se negaban a seguir las órdenes que ellos dictaban y las de los superiores. Dejaban de ser miembros productivos de la sociedad, fastidiando la propia estructura sobre la cual la sociedad estaba basada.
Sin embargo, aquellos que estaban en el poder no podían prohibir la luz ni a los observadores, ¡ya que lo que apoyaban se lo habían de todos modos inventado! Lo que hicieron es utilizar su influencia y poder para ridiculizar a todo aquel que ese atreviera a hablar de ello. Hicieron públicas declaraciones que aseguraban que sólo los locos hablaban de intentar ver la luz. Que todo era una mentira. Que nadie en su sano juicio, ningún habitante de las tierras oscuras que estuviera bien de la cabeza debería intentar ver la luz.
“Si quieres ver lo que hay ahí fuera, tenemos expertos que te lo dirán”, proclamaban. Ellos mismos eran las autoridades, claro.
“Experimentar e intentar ver es socialmente perturbador y una estupidez. Va en contra de lo que somos los habitantes de las tierras oscuras”, declararon.
Obviamente no consiguieron frenar que los observadores siguieran mirando. Al contrario, mirar aumentó en popularidad. Y poco tiempo después, uno de los grupos más activos descubrió algo nuevo. Se dieron cuenta de que cuando juntaban sus luces en unidad, podían co-crear una luz muchísimo más brillante que les permitía mirar más lejos y con mayor claridad. Así, se fueron reuniendo cada día y fueron investigando el techo de la cueva. Era una cuestión de tiempo el que descubrieran una grieta en el techo que encajaba perfectamente con lo que se describía en los antiguos mitos cómo la puerta hacia las tierras luminosas superiores!
¡Era justo el impulso que necesitaban! Los observadores empezaron a trabajar juntos con un entusiasmo desconocido para ellos. Juntaron materiales y empezaron a construir un andamio para poder subir hasta la grieta y averiguar si había una manera de salir. Su trabajo a veces era perjudicado por las autoridades, pero no les frenaba completamente, ya que las autoridades no tenían la luz y por lo tanto no sabían exactamente lo que los observadores estaban llevando a cabo. No comprendían sus planes y ni tampoco podían admitir el que existiera una grieta o poder verla, por lo que no tenia mucho sentido para completamente la construcción. Así que los observadores siguieron construyendo su andamio…
La historia termina aquí, cuando los observadores se empiezan a subir al andamio y van llegando a la grieta. Estaban entusiasmados. El resto de los habitantes de las tierras oscuras no tenían ni idea de lo que estaban haciendo los otros. Muchos seguían pensando que eran unos tontos que se dedicaban a estupideces.
¿Qué pasó después? Por desgracia aquí es donde termina la parábola.
Aquí es donde os invito a reflexionar sobre esta historia. Y que os deis cuenta que la clave no fue el HACER nada en particular sino el SER.
La luz consiguió llegar a los habitantes como un regalo, sin que tuvieran que hacer nada en particular. Y eso fue lo que fue aportando opciones, cambios, elecciones… es decir, que aunque esa chispa luminosa fue entregada a todos y cada uno de los habitantes de las tierras oscuras, fueron ellos los que tuvieron que elegir si la veían o no, pudieron elegirlo, así como qué hacer cuando la veían. La luz por si misma no hizo nada. No obstante, toda la estructura y dinámica social de la población cambió.
La luz se limitó a ofrecer una via de salida, pero no hizo nada en concreto para ninguno de ellos.
Algo mejor ocurrió: les permitió crear su propia manera de ayudarse a si mismos para ver su propio camino de salida, si así lo elegían. Y sólo aquellos que deseaban la luz lo hicieron.
Los que negaron la luz, NO.
Nadie fue forzado a hacer algo que no quisiera hacer. Cada ser tuvo la oportunidad de crear la realidad que deseó.
Sin embargo, todo cambio simplemente por la existencia de la luz.
Simplemente por SER.
Es una parabola interesante para poder ver cómo el SER puede ser capaz de cambiarlo todo, y como existen muchos paralelismos en cómo las circunstancias se están desarrollando en nuestro mundo.
Esta historia es sólo una historia, pero representa aspectos interesantes de lo que ha ocurrido y continua ocurriendo en nuestro mundo. Espero que os invite a reflexionar, a haceros nuevas preguntas y llegar a nuevas conclusiones.
Se trata de sugerir una manera diferente de comprender la situación humana sin caer en el miedo ni en la rabia, sin arrastrar al pesimismo, simplemente porque esas actitudes no sirven para la Ascension, sólo sirven a aquellos que desean que sigamos atrapados en la rueda del Samsara….
Y por último para contribuir a esa necesaria reflexion y cuestionamiento, Os invito a recordar que hay que tomar distancia, ya que…
“No puedes ver la perfección si te quedas demasiado cerca de la imagen”.