En la famosa jerarquía de necesidades de Abraham Maslow, la auto-realización se encuentra en la parte superior de la pirámide, lo que representa la necesidad de satisfacer el potencial individual de cada persona.
Tengamos en cuenta que la auto-realización es algo poco común por la sencilla razón de que pocos están aún interesados en su búsqueda, pocos han llegado a ese nivel de conciencia. No obstante, si estás escuchando este video es porque, de alguna forma, tú sí estás interesado.
¿Qué son esas Experiencias Cumbre? Son momentos trascendentes de pura alegría y plenitud que nada tienen que ver con la monotonía monocroma de la vida cotidiana. Son experiencias de tal intensidad de percepción, profundidad y profundo significado que dejan una huella indeleble para el que las vive, y que no se pueden comunicar con el lenguaje verbal, ya que son inefables, fuera del tiempo y el espacio.
La primera vez que una persona experimenta una Experiencia Cumbre —que también se puede llamar según la tradición experiencia mística, experiencia espiritual o acontecimiento singular— no ocurre por accidente. Llega una vez la persona ha tomado la decisión firme (y ha empezado a vivir de acuerdo a esa decisión), de conectar con la divinidad de manera directa. Algunos lo llaman seguir la llamada del corazón. Otros lo dan diferentes nombres, pero más allá de como cada uno lo llame, es el compromiso de encontrar el camino de vuelta a Casa, al Creador Primordial, a la Fuente, al Espíritu Universal, a la Mente búdica.
Cuando te involucras de manera real en este campo, con la intención de abandonar los apegos del ego al mundo de la ilusión, al samsara, para poder transcender esta apariencia de realidad y ir hacia la Esencia, estás en el camino de tener tu primera verdadera Experiencia Cumbre.
Es decir, esta experiencia llega a aquellos que están preparados y están dispuestos, los que han elegido con firmeza esta ruta y están dando pasos hacia ella. Y así debe ser, porque una vez pasas por este tipo de experiencia tu vida entera se sacude, toda tu perspectiva vital cambia.
En ese momento de luz y gracia inexplicable, la direccion de toda tu vida se reorienta. Aquello que antes te parecía importante se convierte en irrelevante, y talentos y habilidades que antes simplemente ni valorabas, aparecen. Te ves atraído hacia nuevas elecciones y decisiones porque la intuición te dice que es lo que ahora te conviene.
Lo curioso es que en el mundo de las ilusiones en el que vivimos se te enseña que la verdad está fuera de ti, y que lo fundamental es cambiar el mundo exterior. Sin embargo, tu primera Experiencia Cumbre te demuestra que la verdad real se encuentra en tu interior y que lo único que de verdad importa es la conexión de tu corazón con la luz y la pureza. Obviamente que cuando esto lo vives te lleva a una reestructuración de toda tu visón del mundo y modifica tu paradigma. Es mucho más maravilloso de lo que nadie pueda describir.
Y después de haber vivido algo así, deseas dedicar tu vida a profundizar tu conexión con la divinidad, con el amor universal, con el gran Espíritu.
A menudo, antes de esa primera experiencia, muchas personas están enredadas en las ambiciones y preocupaciones de la existencia terrenal, y aunque ya tengan esa inquietud y apertura hacia temas más profundos y estén en la búsqueda del corazón, piensan que lo importante son las cosas de este mundo. De tal manera, que las prioridades y apegos están todavía ligados a la conciencia de tercera dimensión.
No obstante, en algún momento, eliges dejar la carrera del hámster y en su lugar, empiezas a priorizar tu verdad y tu conexión interior. Y a partir de ahí es cuando comienzas a acelerar tu evolución. Así, inevitablemente, llega el momento en el que empiezas a darte cuenta de la programación recibida, pones tu foco mayoritario en tu desarrollo espiritual y comienzas a transcender las limitaciones de la Matrix. No ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso. Solía ser un largo proceso, pero con la aceleración que estamos viendo de Gaia y del momento histórico que estamos viviendo, suele ser mucho más rápido una vez que nuestro compromiso es real.
Estas experiencias son increíblemente transformadoras y dotadas de profundo sentido para aquel que las vive, pero por supuesto no llegan si estás puramente involucrado en lo material, si no hay silencio en tu vida, si no hay espacio para la reflexión profunda y el cuestionamiento, si simplemente te dejas arrastrar por la corriente de lo que otros te dicen que es tu deber, si lo único que te importa es la logística de la vida, si tienes miedo a perder el control, la estabilidad o la seguridad, etc.
Es una elección individual. Todos los caminos llevan a Roma, sin duda. La diferencia es que algunos caminos son más largos, tortuosos, y llenos de amargura por la decisión obtusa de aprender a base de sufrimiento. Y otros deciden que ya han sufrido suficiente, que no hay satisfacción duradera en lo efímero y que ninguna de las ganancias y quimeras mundanas va a colmarles jamás.