Hoy quiero compartir contigo una conversación muy especial: una entrevista que me hizo el canal Wake Up y que ha resonado profundamente en muchas personas. En ella abordamos un tema esencial para quienes estamos en el camino del despertar: cómo salir de la Matrix.

Cuando hablamos de la Matrix, nos referimos a algo mucho más profundo que una película. Es esa estructura invisible que sostiene la ilusión en la que vivimos. En Oriente, se le conoce como Samsara o Maya, y se refiere al velo de engaño que cubre nuestra verdadera naturaleza. No es una cárcel física, sino mental, emocional y espiritual. Es el sistema que nos hace creer que estamos separados, que debemos luchar por sobrevivir y que lo de fuera tiene más poder que lo de dentro.

¿Qué es realmente la Matrix?

La Matrix es esa ilusión compartida que nos hace pensar que somos solo individuos desconectados, gotas aisladas sin relación entre sí. Es un estado de conciencia colectivo sostenido por el ego, que nos susurra constantemente que no somos suficientes, que necesitamos más, que debemos competir, aparentar, tener razón. El ego es como un software que se instala al nacer y que empieza a moldear nuestra forma de ver el mundo.

Pero… ¿y si todo esto no fuera más que una proyección? ¿Y si esta realidad que creemos tan sólida fuera solo una versión interpretada, limitada, subjetiva?

La percepción: una realidad sesgada

Una de las grandes revelaciones en mi camino fue entender que nuestra percepción no es objetiva. Lo que vemos, sentimos y pensamos está condicionado por filtros mentales, creencias, experiencias pasadas y, por supuesto, por el nivel de conciencia en el que nos encontramos.

Nuestros sentidos solo captan una pequeña fracción de lo que realmente existe. Por ejemplo, el espectro electromagnético es inmenso, pero nuestros ojos solo pueden ver una mínima parte. Todo lo demás queda fuera. Lo mismo ocurre con el sonido, el tacto, incluso con nuestras emociones.

Por eso, salir de la Matrix no es salir de un lugar físico, sino despertar a una nueva mirada. Cambiar las “gafas” con las que interpretamos la vida. Comprender que esta solidez aparente es solo energía en movimiento, una nube de posibilidades que se materializa cuando un observador está presente.

Tres claves para empezar a salir

Hay muchas puertas hacia el despertar, pero hay tres reflexiones que considero fundamentales para comenzar ese tránsito:

Primero, entender que no estamos separados. Somos parte de un todo, una misma conciencia que se experimenta a sí misma desde múltiples formas. Esa sensación de soledad, de tener que enfrentarlo todo en solitario, es parte de la ilusión.

Segundo, reconocer que el ego no es el enemigo, pero sí el velo. El ego no es algo que debamos destruir, sino algo que debemos ver con claridad. Cuando lo observamos sin identificarnos con él, empieza a perder su poder sobre nosotros.

Tercero, recordar que no venimos a esta vida solo a sobrevivir. Hay un propósito más profundo, una llamada interior que nos empuja a recordar quiénes somos. Escuchar esa llamada, aunque al principio sea tenue, es dar el primer paso hacia la liberación.

¿Y qué pasa cuando despiertas?

Despertar no significa alcanzar un estado perfecto, sin errores ni emociones incómodas. Significa saber que estás en este mundo, pero no eres de este mundo. Que puedes jugar el juego sin olvidar que es un juego. En el hinduismo, a eso se le llama Lila: la danza divina, el juego de la vida desde la conciencia.

Cuando despiertas, sigues viviendo tu vida, pero lo haces desde otro lugar. Ya no reaccionas igual, ya no buscas fuera lo que solo puedes encontrar dentro. Tu percepción cambia, y con ella, tu realidad.

Mi propio camino

Durante años sentí una profunda necesidad de entender el propósito de la vida. Aunque durante una etapa intenté “encajar” en lo que se espera socialmente, siempre sentí que había algo más, algo que no podía negar. Fue durante una estancia de tres meses en la India, estudiando con lamas tibetanos, cuando todo hizo clic. Aquello que intuía desde niña cobró sentido.

Esa experiencia fue tan transformadora que supe que no podía seguir viviendo una vida que no estuviera alineada con mi verdad más profunda. Desde entonces, todo ha cambiado. No fue una decisión mental, sino una necesidad vital. Como si una vez que ves, ya no puedes dejar de ver.

Por eso, este camino no es para «especiales», ni para «iluminados». Es para quienes se atreven a mirar hacia dentro y a vivir desde lo real, aunque duela al principio.

Dos reflexiones finales

La libertad interior no se conquista en el exterior. Llega cuando dejas de identificarte con el ruido del ego y empiezas a habitar la verdad del ser.

A veces el verdadero despertar no llega con fuegos artificiales, sino con una certeza silenciosa que lo cambia todo.

Gracias por leerme hasta aquí. Si este artículo ha resonado contigo, te invito a ver el episodio de la entrevista que me hizo el canal Wake Up. Está disponible en mi canal de YouTube y también lo dejé al principio de este artículo.

Y si sientes que este contenido puede inspirar a alguien que conoces, compártelo. A veces, una simple semilla puede abrir un camino.

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